La queja: no te dejes arrastrar a ese hoyo negro

Muchas veces nos encontramos con personas que utilizan la queja y el sufrimiento para victimizarse y traerte ese sufrimiento a tu puerta, esperando que sea solucionado, pero puede ser una trampa y te explico porque. Sigue leyendo.

Si duele la mente, duele el cuerpo

El cuerpo y la mente forman un todo. De ahí que los problemas emocionales siempre dejan esa huella en el organismo, dado que somos seres biopsicosociales. Si presentamos dolencias mentales, el cuerpo también nos pasará factura.

¿Te gusta ser el centro de atención?

Algunas personas buscan constantemente el aplauso y la admiración de los demás, mientras que otros pueden experimentar una incomodidad extrema cuando no son el foco de atención en una situación.

Madurez emocional: a regular las emociones también se aprende.

Madurez emocional: a regular las emociones también se aprende. La clave para lograr la inteligencia emocional no está en evitar sentir las emociones displacenteras, sino, muy por el contrario, necesitamos saber qué estamos sintiendo, por qué lo estamos sintiendo y cómo descargar eso que sentimos, controladamente. Entonces, ¿A qué nos referimos cuando hablamos de madurez emocional? Por Psic. Sofía Giorgi – Especialista Team Psicovivir Quizás a muchos se les puede ocurrir la idea de que la madurez emocional implica no sentir las emociones que podríamos llamar “negativas”, como el miedo, la tristeza o el enojo.  Lo cierto es que no hay emociones buenas y malas, positivas o negativas, racionales o irracionales; las emociones más bien son adaptativas, y en este sentido tienen una finalidad. Cada emoción tiene una función El miedo nos advierte del peligro, establece que la meta es escapar y nos prepara para huir. El enojo establece que la meta tiene que ver con superar obstáculos y nos prepara para atacar; el enojo nos permite establecer límites. La tristeza nos prepara para la retirada o la búsqueda de ayuda. La compasión nos capacita para responder al dolor del otro. Las emociones, en tanto son adaptativas, siempre son positivas. Pero podemos hablar de emociones placenteras y no placenteras.  No debemos entender las emociones como intrusiones de las que debamos protegernos, ni tampoco como sustancias tóxicas que debemos descargar para quitárnoslas de encima.  ¿Debemos entonces confiar ciegamente en las emociones para determinar lo que vamos a hacer?  ¡NO!  Pero sí confiar en ellas como fuente de información acerca de lo que estamos viviendo. Entendiendo la madurez emocional Necesitamos integrar nuestras mentes y nuestros corazones, sin estar ni dominados por las emociones, ni sin contacto con ellas. Emoción no es opuesto a la razón. Las emociones guían y dirigen el pensamiento. Pero para poder confiar en nuestras emociones tenemos que manejarlas con un tipo especial de inteligencia o sabiduría.  Madurez emocional implica reconocer nuestras emociones a medida que emergen y manejarlas para poder alcanzar nuestros objetivos. Darnos cuenta de nuestras emociones constituye la piedra angular de la madurez emocional. Ser conscientes de cuáles son las emociones que nos invaden nos ayuda a manejar nuestros sentimientos de manera que no nos arrollen, nos ayuda a cuidar de nosotros mismos.   Entonces, lo que resulta un problema no es que aparezcan las emociones displacenteras, sino que el problema está en la falta de habilidad para regular la dinámica, la intensidad o la duración de la emoción en cuestión.  Es decir, cómo sentir miedo sin que éste se vuelva pánico; cómo sentir enojo sin que este desencadene un estallido de ira; cómo sentir tristeza sin que ésta se vuelva un vacío insoportable.  Estrategias para fomentar la madurez emocional 1.     Entiende tus emociones. Tómate un tiempo para reflexionar sobre lo que sientes y por qué reaccionas de cierta manera en algunas situaciones. 2.     Detención del pensamiento. Esta estrategia busca el control del pensamiento y puede ser utilizada antes, durante o después de la situación que te genera la emoción negativa.  Se trata de que cuando empieces a sentirte nervioso o alterado, prestes atención a los pensamientos que estás teniendo, e identifiques las connotaciones negativas que tiene para ti. 3.     Ensayo mental. Consiste en visualizar que la situación temida se desarrolla sin problemas, y te sientes seguro y relajado porque estás satisfecho con tu manera de actuar. Puedes repetirte también a ti mismo consignas como: lo estoy haciendo bien, estoy relajado, al público le gusta. Esto reforzará la técnica. 4.     Cambio de perspectiva. Las personas tendemos a cometer dos grandes errores que pueden afectar nuestro equilibrio emocional: considerar que nuestro punto de vista es el único correcto o válido y otorgar a los demás intencionalidades que pueden no ser correctas.  Por eso, intentar cambiar nuestra perspectiva sobre las personas o los hechos puede ser útil.       Una forma de lograr esto es ampliar el foco de la situación, pues cuanto más cerca estamos de algo, menos vemos. Para ello podemos alejarnos de la situación de forma literal o de forma mental, intentando ver la situación en su globalidad y analizar de nuevo la situación desde esta perspectiva. 5.     ¡Acude a terapia! Regálate esa posibilidad de conocerte, de entender cuáles son tus puntos ciegos, qué emociones gatillan y cómo dejarlas drenar sin que te hagan daño. ¡No te olvides!     Si necesitas ayuda, ven a consulta. Estoy para ti en el Team Psicovivir. 

Invalidación emocional: “Sólo échale ganas, no pasa nada”.

validación emocional

Al escribir este artículo, pensaba en cuántas veces al día sentimos emociones… ¡EN TODO MOMENTO! Sin embargo, terminamos el día extrañados del dolor en el cuello, tensión en nuestros hombros, dolor de cabeza, etc., y nos olvidamos de la relación tan estrecha de nuestro dolor físico con el de nuestras emociones. En este artículo te llevaré a recorrer el conocimiento hacia lo que es la invalidación emocional. 

Trastorno de pánico: causas, síntomas y cómo evitarlo

Pánico

Trastorno de pánico: causas, síntomas y cómo evitarlo   Los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier momento, en cualquier lugar y sin previo aviso. La persona puede tener miedo de otra crisis y evitar los lugares en los que sufrió un ataque anteriormente. Entrevistamos a la Psic. Jessica Silvera para conocer todos los detalles de este padecimiento emocional. Por @KeilaCaridad -Editora Psicovivir News Quienes han sentido ataques de pánico generalmente llegan a sentir palpitaciones aceleradas, mareos y falta de aire. Al ser síntomas constantes, lo que se vive llega a ser verdaderamente aterrador. Entrar en pánico se traduce en que una persona tiene ataques repetitivos de miedo intenso que, a su vez, pueden generar reacciones físicas en el cuerpo. Para conocer más sobre este problema de salud mental, entrevistamos a la psicóloga Jessica Silvera, quien nos explica los pormenores de este trastorno de pánico o ansiedad que muchas personas suelen tener. ¿Qué es exactamente el trastorno de pánico? El trastorno de pánico es un tipo de trastorno de ansiedad que causa sensaciones repentinas de terror sin un peligro aparente. La persona puede sentir como si estuviera perdiendo el control, incluso no se habla de un trastorno claramente dicho, sino de ataques de pánico que son la consecuencia de picos ansiosos no controlados, los cuales llevan a la persona a presentar y presenciar numerosos síntomas a nivel físico, cognitivo y emocional. Estamos hablando de un trastorno de ansiedad que se caracteriza por la aparición de dos o más crisis de pánico. Las personas experimentan un terror repentino, sin causa aparente, que alcanza su máximo nivel durante los primeros 10 minutos. Es muy común que por la intensidad física del trastorno, las personas acudan a la consulta médica. Y esto es lo más recomendable. La presencia de crisis de pánico no es suficiente para diagnosticar dicho trastorno, siendo necesario que la persona sufra ansiedad sobre el propio pánico: esto es, tener miedo de que ocurra la crisis, asociado a ideas catastróficas y cambios en la conductas para evitar volver a sufrirla. ¿Cuál es el origen del trastorno de pánico? El trastorno de pánico a veces se da en las familias, pero nadie sabe con certeza por qué algunos miembros de la familia lo tienen y otros no. Mediante algunas investigaciones se ha descubierto que hay algunas partes del cerebro y ciertos procesos biológicos que juegan un papel clave en el miedo y la ansiedad. Algunos investigadores piensan que las personas con trastorno de pánico malinterpretan sensaciones corporales inofensivas como amenazas. Al ir aprendiendo más acerca de cómo el cerebro y el cuerpo funciona en las personas con trastorno de pánico, es posible que los científicos logren descubrir mejores tratamientos. La causa es desconocida, sin embargo, hay quienes apoyan que entre las predisposición está la genética, altos niveles de estrés, personas con carácter proclive a emociones negativas y sensibles al estrés. Ese tipo de trastorno se da mayormente en las mujeres que en los hombres. Los síntomas por lo general comienzan antes de los 25 años de edad, pero pueden ocurrir hacia los 35 años. El trastorno de pánico también se puede presentar en niños, pero no suele diagnosticarse hasta que son mayores. PSIC. Jessica SILVERA ¿Cuál es el tratamiento o terapia idóneo para el trastorno de pánico? Hay quienes apoyan una solución multidisciplinaria, uniendo dos ramas de la salud mental, hablamos entonces de la psicología y la psiquiatría. Es importante reconocer que no todos los casos se medican. En este sentido es fundamental reconocer el alcance de la terapia psicológica, la cual ayuda a que el paciente trabaje en sus pensamientos y realice una reestructuración desde cómo percibe su ambiente para verse más funcional. Hablemos sobre los síntomas del trastorno de pánico La sintomatología de este tipo de padecimiento incluye: Es importante que si sientes alguno de estos síntomas puedas poner la atención pertinente para tratarte. También recuerda que un solo síntoma no implica un diagnóstico. PSIC. JESSICA SILVERA Se sabe que el trastorno de pánico tiene dos variantes. ¿Cuáles son? Efectivamente así es, cuando hablamos de este padecimiento debemos distinguir sus particularidades. En estos casos el paciente experimenta ataques de pánico de manera periódica o frecuente, los cuales llegan a interferir con su vida personal, pero sin que esto le suponga la imposibilidad de salir de su casa o afrontar su vida cotidiana. Aunque el paciente frecuentemente anticipa la aparición de futuros ataques de pánico, ante lo que desarrolla un gran temor, no llega a desarrollar el trastorno de la agorafobia. En determinadas ocasiones, las personas que padecen de trastornos de pánico generan con posterioridad un trastorno adicional, la agorafobia. Debido a que quienes sufren de ataques de pánico suelen sentir gran temor y anticipación ante la posibilidad de nuevos ataques, algunos de ellos terminan por evitar cualquier situación que pueda desencadenarlos. Por ello, estas personas terminan por ser incapaces de salir de su casa; interpretan que este es el único entorno seguro en el cual es menos probable que sufran nuevos ataques. Sea cual sea la variante que sufra la persona, el trastorno de pánico requiere ayuda profesional, para sanar la emocionalidad de la persona y que esta pueda integrarse personal, social y familiarmente a la vida, de una manera integral y funcional.

Translate »