Ansiedad, depresión y miedo: daños colaterales del coronavirus
Por Joaquín Mateu Mollá – Vía Theconversation.com
Todos los seres humanos estamos capacitados para experimentar una amplia variedad de emociones. Estas surgen al hacernos conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor y de sus implicaciones para nuestras vidas y las de quienes nos importan. Es uno de los regalos que nos ha ofrecido la evolución, lo que demuestra el poder de los afectos para sobrevivir en la vasta complejidad del mundo.
Una de las emociones más relevantes es el miedo, una respuesta compleja asociada a la presencia de una amenaza inminente y que nos prepara para afrontarla de manera eficaz. Pese a que muchas personas evitan experimentarlo, en nuestro pasado remoto nos permitió trascender a los innumerables peligros del entorno natural. En aquellos momentos, luchar o huir con inmediatez marcaba la diferencia entre vivir y morir.
En las sociedades modernas, no obstante, el miedo se ha transformado en algo distinto. Las frondosas junglas de antaño, las amplias estepas y las oscuras cavernas, se han convertido en un laberinto de cemento. Ya no es común atisbar la presencia de un depredador en las proximidades o una catástrofe natural acechando en el horizonte. Lo que ahora nos aterra suele ubicarse en algún punto indefinido del futuro.
Un paso más allá del miedo
El miedo ya no es tan evidente en la mayoría de los casos, pues obedece a causas sutiles. De hecho, muchas veces ni siquiera se llama miedo: responde al nombre de ansiedad. Ambos son fenómenos equivalentes a nivel experiencial. La única diferencia es que el primero surge ante una vicisitud inmediata y la segunda ante su expectativa incierta.
La ansiedad, a pesar de todo, es un fenómeno natural que todas las personas experimentan al menos en algún grado. De ahí que solo se pueda considerar patológica cuando trasciende los niveles de lo tolerable y condiciona nuestra cotidianidad.
Quienes padecen un trastorno de ansiedad pueden vivirla como una preocupación persistente o como una anticipación de lo que temen. Pero también puede manifestarse como una súbita hiperactivación de su propio cuerpo o como una necesidad acuciante de huir.
En ocasiones, la sensación es tan desagradable para quienes la experimentan que pueden esforzarse mucho por no sentirla. Esto puede llegar a modificar aspectos esenciales de su vida y es precisamente en este punto cuando suele convertirse en un motivo de atención psicológica especializada.
¿Una pandemia de ansiedad?
Lamentablemente, los últimos meses han hecho que se recrudezca este problema en prácticamente todos los países del mundo. La llegada del coronavirus ha generado grandes cambios existenciales, desafíos sanitarios sin precedentes –al menos en las últimas décadas– e irreparables pérdidas humanas.
Nos enfrentamos a un reto que impone un ingente esfuerzo adaptativo y que reúne una serie de propiedades que lo hacen todavía más exigente y difícil. Concretamente tres:
- Novedad: ninguno de nosotros había vivido previamente una experiencia similar.
- Ambigüedad: el propio patógeno supone una amenaza incierta.
- Incertidumbre: desconocemos cuándo podremos recuperar la normalidad o incluso cómo será esta cuando todo finalice.
Todo ello confluye con una notable reducción de nuestras actividades sociales, con la posible crisis económica que se prevé para los próximos años, con la erosión de la situación laboral y con la incipiente necesidad de reciclarnos por nuevas demandas laborales o académicas.
No es de extrañar, por tanto, que aflore la sensación de que carecemos de control sobre cómo discurren nuestras vidas. Una experiencia que, al final, se traduce en una suerte de indefensión.
Este escenario ha incrementado la prevalencia de trastornos de ansiedad y depresión diversos. Ambos pueden darse en forma de recidivas o de nuevos diagnósticos provocados por el estrés secundario a la crisis sanitaria.
Estas complicaciones de salud mental han sido más comunes entre quienes percibían en sí mismos un pobre estado de salud general. También se reflejó entre quienes tuvieron algún familiar cercano afectado por la covid-19.
Las consecuencias en la esfera emocional son diversas e incluyen problemas clínicos tales como el insomnio, la irrupción de síntomas obsesivo-compulsivos o el estrés postraumático. Juntos pueden llegar a afectar a más de la mitad de quienes superaron la fase aguda de la infección.
Conexión neurológica y psicológica
Asimismo, sabemos que los trastornos ansiosos y depresivos comparten bases neurobiológicas (región frontal) y psicológicas (como el alto afecto negativo). Con ello, los largos estados de estrés pueden precipitar una mixtura de ambos fenómenos clínicos.
Muchas veces estos dos síntomas irrumpen a nivel subclínico en los días o semanas posteriores a la amenaza, pero evolucionan insidiosamente hasta alcanzar una magnitud clínica. Esto se debe al acúmulo de nuevas pérdidas y al progresivo abandono de actividades que la persona valoraba de una forma positiva.
En ese sentido, los esfuerzos terapéuticos deben estar orientados a la activación conductual. Es decir, a recuperar hábitos significativos e importantes dentro de las posibilidades.
De la misma forma, deben promocionar los factores de protección sobre los que tenemos conocimiento hoy en día. Entre ellos, destacan la resiliencia (capacidad para trascender la adversidad y extraer de ella aprendizajes constructivos), el apoyo social o el fortalecimiento de los mecanismos adaptativos en los procesos de duelo.
En definitiva, la salud mental adquiere ahora más que nunca una importancia capital, y debemos invertir tantos esfuerzos como sean necesarios por preservarla y recuperarla.
Hola, desde que empezo no la pandemia si no el estallido social me he sentido con mucha ansiedad (vivo en plaza italia). Luego en marzo me diagbosticaron con bronquitis me hicieron los exámenes del covid pero nunca me dieron respuesta. Pasado los 14 días de aislamiento obligatorio en la empresa donde trabajo (el lider) a todos los que padecemos de alguna enfermedad cronica nos enviaron a casa pagandonos solo el salario mínimo y aún no retornamos. Perdi a un tia por el virus era la tia mas joven qur tenia y ninguno nod pudimos despedir de ella ya que ella Está en Colombia, yo me encunetro sin ningún familiar cercano aqui en Chile. He tenido mucho miedo, a todo; Asi me enfermo, asi me despiden, en no saber que hacer. Estoy tomando zoplicona porque empece a tener de nuevo trastornos del sueño y tambien estoy tomando fluxetina para la ansiedad eso me lo coloco un medico porque me vi con mucho problemas para dormir.
No quiero seguir tomando medicamentos para dormir y he leído lo que ha publicado empezare a tomar el omega para ver de que modo me ayuda.
Le agradezco por permitirme expresarme y les pido que me digan que paso he de seguir para no sentirme tan angustiada.
Hola ARYELY ULLOQUE , permiteme presentarme , mi nombre es Maria Daniela , he leído con detenimiento todo lo que nos expresaste y quiero brindarte una respuesta acorde.
Entiendo que se han configurado alrededor de tu vida situaciones emocionalmente demandantes , como lo expones , primeramente el estallido social y luego el covid y sus consecuencias colaterales.
El covid se ha establecido como una conexión constante entre nosotros y nuestros miedos y preocupaciones que van desde lo más lejano hasta lo cercano , quiero decirte que lo que vives hoy es a causa de detonantes acumulados que podemos trabajar.
Veo que todo esto que has vivido te ha hecho conectar con la vulnerabilidad y el miedo constante a recibir noticias y se cumplan esos pensamientos que presentas hoy día ,aunado al dolor de la pérdida sin posibilidad de despido, sin embargo la primera manera de trabajar en esas sensaciones de vulnerabilidad y constante preocupación es buscar ayuda profesional.
ayuda que esté guiada a trabajar en tu situación particular , abarcando la ansiedad ,desarrollando estrategias que puedan sanar tu malestar.
Quiero brindarte mi apoyo en tu situación y expresar qué podemos ayudarte a sanar lo que sientes hoy.
La respuesta a lo que sientes hoy es la terapia
Querida Aryeli, un gusto saludarte.
En base a todo lo que comentas, te encuentras expuesta a varios estresores que se juntaron y han causado un remolino de emociones en ti. Entendiendo esto y en base a las características que destacas en este escrito, es posible notar las crisis de ansiedad y esto ocurre cuando llegan pensamientos futuristas de situaciones que no han ocurrido y tememos ocurran pero hoy, no son reales, son pensamientos futuristas que te aturden y causan ese gran miedo que comentas.
Por ello, te comento puedes estar desarrollando posibles ataques de pánico, lo cual sería recomendable descartar en Terapia Psicológica, pues es lo indicado cuando llegamos al punto en el que ahora te encuentras.
Estamos aquí para ti si así lo decides, un gran abrazo.
Buenas tengo una niña de 7 años que el pediatra la vio no hace mucho ya que la niña le duele su corazón y después de observarla por 2 horas y medir sus latidos del corazón dijo que la niña tiene ansiedad tras la ida del padre del país y lo saco a reflejar hasta ahora con taquicardias ya mi esposo va para 2 años fuera del país. Ahora que comenzó un tratamiento para desminuir un poco esa ansiedad se podría decir si esto es normal en los niños que puedo hacer.
Hola, más que la ayuda que me puedan brindar creo que este foro me ayudará a desahogarme y liberar un poco el estrés, la frustración que vivo a diario tratando de llevar un matrimonio que a todas luces llegó a su fecha de caducidad. Donde soy opacada, no me toman en cuenta a eso se suman 2 niños pequeños que no tengo como sustentar porque no trabajo desde hace dos años.
Ese es otro punto, era una mujer empoderada de mi carrera profesional, llegue a tener 2 trabajos y cursar una maestría al mismo tiempo. Y de hace dos años varios eventos cambiaron mi vida y hoy me encuentro en casa cuidando a los niños. Intentando trabajar asesorando tesis para las cuales no tengo tiempo más que en las noches que se duerman los niños.
Hace pocos días, me sorprendí en Google buscando los efectos de una sobredosis de loratadina porque pensé que el mejor remedio era dormir y olvidarme un largo rato de este caos.