Por: David Robson – BBC WorkLife – 30 de septiembre 2020
Reason se fue a las calles y los estacionamientos de autos de los supermercados de los alrededores de Mánchester, en Reino Unido, y les pidió a 520 motoristas que estimasen la cantidad de veces que habían cometido ciertas faltas.
¿Se olvidaban con frecuencia de mirar el espejo retrovisor, por ejemplo? ¿O se habían puesto en el carril equivocado al acercarse a un cruce?
Además de hacer una lista de errores, los participantes tenían que comparar su habilidad para conducir con la de otros (si eran mejores o peores que el promedio).
Dada la gran cantidad de tiempo que mucha gente pasa al volante, uno esperaría que la mayoría tuviese cierta noción de sus propias habilidades.
James Reason
Sin embargo, Reason descubrió que esto no podía estar más lejos de la realidad. De los 520 conductores, solo cinco se consideraban peores que el promedio (menos del 1%). El resto —incluso motoristas pésimos que cometían errores constantemente— se consideraban a sí mismos igual de buenos que cualquiera, y muchos pensaban que eran mucho mejores.
Era, esencialmente, una negación en masa que no les dejaba ver sus propias fallas.
El exceso de confianza es peligrosa
Tres décadas más tarde, los psicólogos documentaron niveles de confianza igualmente engañosos en habilidades diferentes. Uno tiende a pensar que es más inteligente, creativo, atlético, considerado, honesto y amigable que la mayoría (un fenómeno que se conoce como el «efecto mejor que el promedio»).
La evidencia es extremadamente —incluso inusualmente— sólida», dice Ethan Zell, profesor de psicología de la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro, Estados Unidos, quien condujo recientemente un meta análisis de los estudios sobre el tema hechos hasta el momento.
«Básicamente, nunca falla. Si le das a la gente un cuestionario donde se califica a ella misma en relación al promedio, la gran mayoría piensa que está sobre el promedio en casi todo».
Ethan Zell
Las consecuencias pueden ser serias. Como había insinuado Reason, el exceso de confianza en nuestras propias habilidades en la carretera puede hacer que conduzcamos de manera arriesgada y se produzcan accidentes graves.
La madre de todos los prejuicios
En medicina puede conducir a un error de diagnóstico mortal, en la justicia, puede llevar a falsas acusaciones, en derecho puede dar lugar a acusaciones falsas y errores judiciales. Y en los negocios, la arrogancia gerencial pone a las empresas en una mayor riesgo de cometer fraude y declararse en quiebra.
No es de extrañar, entonces, que el exceso de confianza sea conocido como «la madre de todos los prejuicios».
El científico ganador del Premio Nobel Daniel Kahneman comentó que si tuviera una varita mágica para cambiar algo de la psicología humana, eliminaría nuestro complejo de superioridad
Efecto de contagio
Ahora, una nueva y fascinante investigación realizada por Joey Cheng, profesora de psicología de la Universidad de York, en Reino Unido, muestra que el exceso de confianza puede también ser contagioso.
«Si has estado expuesto a una persona demasiado confiada, es más probable que sobreestimes tu propia confianza», dice.
Joey Cheng
Es una tendencia que puede hacer que el pensamiento engañoso se propague a través de un equipo. Cheng dice que se sintió inspirada por reportes anecdóticos sobre el comportamiento en Wall Street, donde existe una arrogancia rampante.
«Cuando observas otros sectores, como el de la educación, no escuchas por lo general a maestros que se describen a sí mismos de esa manera». Estas diferencias la llevaron a preguntarse si ciertos grupos de personas realmente podrían fomentar el desarrollo de un ego inflado en otros.
Algunas investigaciones anteriores habían insinuado esta posibilidad, mostrando que el exceso de confianza de los banqueros tiende a crecer a medida que pasan tiempo en su profesión, algo que tendría sentido si estuvieran «captando» el comportamiento de sus colegas, pero Cheng quería poner esta idea a prueba en el laboratorio.
Experimentos
Su primer experimento tenía dos etapas. Primero, se les pidió a los participantes de forma individual mirar fotos de rostros de personas y tratar de adivinar sus personalidades basándose en sus expresiones (una tarea que algunos pueden hacer con bastante precisión).
Para medir su confianza, se les pidió que calificaran sus percepciones de sus propias habilidades, en comparación con el resto del grupo. Luego, los participantes tuvieron que hacer lo mismo en pares, y después se les pidió nuevamente que calificaran sus habilidades, para ver si la arrogancia de uno se contagiaba al otro.
Efectivamente, descubrió que los participantes más humildes eran mucho más propensos a aumentar sus propias calificaciones una vez que habían sido emparejados con una persona excesivamente confiada.
«Fue bastante notable», dice Cheng.
Los resultados del segundo experimento fueron aún más llamativos. Una vez más, tuvieron que trabajar en una simple tarea de percepción, que consistía en adivinar el peso de alguien a partir de una foto. Esta vez, sin embargo, los participantes no trabajaron en parejas reales, sino que se les presentaron algunos ejemplos de respuestas de otro participante.
En realidad, las respuestas eran falsas, lo que le permitió a Cheng crear a una persona que claramente se engañaba a sí misma. Los participantes pudieron ver aquí la confianza excesiva de los otros como una signo de alerta, en cambio, simplemente imitaron su comportamiento.
Al haber estado expuestos a una persona con una confianza excesiva, incrementaron su propia percepción en un 17%. Fue exactamente lo opuesto de los participantes a quienes se les había mostrado el perfil de un participante más realista: tendían a subestimar su rango en alrededor del 11%
Cadena de contagio
En otros experimentos, Cheng confirmó que la ilusión de superioridad, tomada de un colega, puede ser luego trasmitida a otra persona, provocando una suerte de «cascada» que puede permearse a través de grupo a partir de una sola fuente.
También documentó el «efecto desborde»: una vez que te vuelves súper confiado en un área, puedes volverte más arrogante en otra. Para hacer las cosas aún peor, las consecuencias pueden durar mucho tiempo después de la interacción: unos pocos minutos de exposición a una persona arrogante modificó la opinión de sí mismos de los participantes días más tarde.
Zell quedó impresionado con los hallazgos: «Creo que la investigación es muy interesante y está bien hecha, y nos ayuda a entender los orígenes del exceso de confianza y por qué es mayor en algunos grupos en comparación con otros». Él sospecha que se origina en la creación de normas sociales:
«Ver a otros exhibir un comportamiento demasiado confiado podría hacer que parezca que eso es más valorado o apropiado culturalmente».
Ethan Zell
Mecanismos misteriosos
Los resultados de Cheng se ajustan a muchos otros estudios de conformidad, incluyendo nuestros recuerdos de momentos compartidos, o percepciones de belleza y nuestras opiniones políticas. «Con sólo estar expuesto a alguien, es más probable que adquieras sus formas de comportarse y de pensar «, dice. Es fácil imaginar cómo ocurre eso en un lugar de trabajo, añade.