A menudo culpamos a nuestros padres por nuestros problemas, pero… ¿y si el problema está en nosotros mismos? Aprende a reflexionar sobre el papel que juegas en tu propia vida y cómo asumir tu responsabilidad emocional.
Por Alberto Barradas – @psicovivir
Es fácil señalar con el dedo y culpar a nuestros padres por todos los males que vivimos. De hecho, en terapia es común escuchar frases como: “Mis padres son tóxicos” o “Ellos arruinaron mi vida”. Pero la verdad verdadera es que muchas veces no entendemos el lenguaje del amor de nuestros padres.
Aspiramos cosas de ellos que ni siquiera somos capaces de dar, y nos refugiamos en nuestras propias inseguridades o complejos, culpándolos por nuestra situación actual.
Hay algo claro: los traumas infantiles pueden definir la personalidad de una persona, pero ¿cuántas veces esos traumas se convierten en excusas para no asumir nuestra propia responsabilidad?
Ser adulto implica tener el control sobre nuestras decisiones y, por ende, sobre nuestras emociones. No es justo seguir culpando y diciendo por «mis padres tóxicos» soy como soy. Ellos tienen su parte, pero a la larga, tú eres quien decide cómo llevar tu vida.
Al culpar a nuestros padres de todo, no estamos asumiendo la responsabilidad de nuestras acciones. ¿Has pensado que, tal vez, el problema no es tu crianza sino cómo has decidido enfrentar la vida? Muchas veces el tóxico no es el otro, sino nosotros mismos.
Antes de señalar a tus padres como los causantes de todos tus problemas, pregúntate: ¿estás listo para asumir tu parte en la historia? No es cuestión de restar importancia a los traumas, pero sí de entender que la solución no está en culpabilizar a otros, sino en buscar ayuda profesional cuando sientes que no puedes evolucionar.
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